Melinda Gates, esposa
del empresario norteamericano, Bill Gates, quien se ha disputado en los últimos
años con el mexicano Carlos Slim el primer lugar de la lista del ser humano más
millonario del mundo, dijo en alguna ocasión al hablar en un foro promovido por
la Fundación que preside junto con su esposo, lo siguiente:
“Cuando ves a gente con tan poca esperanza, se te rompe
el corazón. Pero si quieres lograr lo mejor, tienes que ver lo peor”, dijo al
hacer referencia a cómo vio morir a una prostituta de sida, en la India.
Aquí retomo un poco lo
que decía el psicólogo español Rafael Santandreu en la anterior columna que
llevó por título, Los lentes de la
felicidad, de que el ser humano tiene que sobreponerse lo más
inmediatamente posible a sus propias desgracias.
El ejemplifica que, si
en este momento, el gobierno español ordenara por la vía judicial que ya no
podrá ejercer jamás su profesión de psicólogo en ese país, su preocupación y su
pesar sólo durarían escasa media hora, porque entonces pensaría en que la vida
tiene una y mil oportunidades más de poder hacer algo alterno y de esa manera
superar el problema.
Eso me recordó lo que
dijo aquella joven Lorna, que también fue mencionada en otra columna en este
espacio y quien sufrió allá en el Distrito Federal, un lamentable accidente
automovilístico que le costó la amputación de su mano izquierda con la que
manipulaba las cosas pues es zurda y además, ya no podría ejecutar el violín,
instrumento que domina.
“Era día de Navidad,
acababa de suceder el accidente en el coche que conducía mi hermano después de
salir del antro y nos volcamos. Al despertar de la anestesia y saber que
faltaba mi mano izquierda fue terrible, pero luego pensé en que si me
lamentaría por el resto de mi vida o superaba ese trauma y opte por esto último
y aquí estoy”, dijo Lorna en una entrevista para la TV.
Para que pudiera
ejecutar el violín, se le adaptó un dispositivo en el muñón izquierdo y de
nuevo ha seguido su tórrido romance con ese instrumento que despierta
sentimientos encontrados.
También recordé, a una
pequeña empresaria del estado de Guerrero que perdió todo su patrimonio con las
inundaciones que dejaron Manuel e Ingrid, aquellos fenómenos
meteorológicos que como si anduvieran de luna de miel por el paradisiaco
Acapulco, provocaron la irremediable pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños
materiales.
Al mostrarle a un
camarógrafo de una cadena de la TV privada lo que fue su tienda, la señora dijo
que todo el patrimonio propio que había logrado a lo largo de su vida
productiva, se había derrumbado y quedado en ruinas, pero que a partir de ese
momento empezaría de cero y que tenía enorme fe en que lograría rehacerlo de
nuevo.
Por ello, cuando nos
pasan cosas que nos afligen y que nos colocan en la disyuntiva de ponernos a
llorar como plañideras por el resto de nuestros días o enfrentar y tratar de
superar nuestra desgracia, acordémonos de estos casos y saquemos de allí, la
fuerza mental que requerimos para lograr sobreponernos a nuestros problemas,
por más difíciles que estos sean.
Desde luego, no
faltará quien diga que de lengua me como un plato y tendrá algo de razón porque
en teoría todo es fácil, pero en la práctica, es en donde ponemos a prueba
nuestras fortalezas y muchas de las veces, nos derrumbamos.
Eso sí, necesitaremos
de una gran dosis de serenidad, paciencia y prudencia y desde luego mucha
fuerza de voluntad, para poder lograrlo.
Y como dice Rafael
Santandreu, no nos preocupemos en exceso y de forma irracional por cosas que –menos
la muerte- tienen solución.
¿O Usted qué piensa?
La lectura es vida, lo
demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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