Desconozco si a Ernesto Verdugo le tocó vivir el terror de la fuerza
huracanada de Odile la madrugada del
pasado 15 de septiembre, cuando para miles de residentes de Baja California
Sur, el tradicional Grito de Dolores se convirtió en eso, precisamente, en un grito
de dolor intenso por las pérdidas materiales que nos provocó este fenómeno de
la naturaleza.
¿Por qué Ernesto Verdugo?
Porque este sudcaliforniano de la zona de Los Barriles, quien también es
un reconocido réferi de boxeo, es un sobreviviente de aquel gran terremoto que
azotó al Distrito Federal y a varios estados del país, aquella mañana del 19 de
septiembre de 1985 y entonces me pregunto si el pasado lunes habría vivido también
la experiencia de sufrir los embates de otro de los fenómenos naturales más destructivos
y mortíferos en la tierra.
Ese fatídico 19 de septiembre, Ernesto se encontraba en la capital del país
en su calidad de titular de una de las Subdelegaciones del Issste en Baja
California Sur y se había hospedado en el hotel Regis.
Siendo un consumado deportista, esa trágica mañana se levantó a
realizar una caminata en los alrededores del hotel donde se hospedó y sin
explicarse por qué razón lo hizo, decidió llevarse la billetera y sus
credenciales, tanto la del IFE como la del cargo administrativo que ostentaba.
Ernesto abandonó el hotel al filo de las 7 de la mañana y cuando
regresó luego de trotar unos minutos se quedó petrificado al ver las ruinas en
que el inmueble se había convertido. Su mente quedó bloqueada y empezó a correr
alrededor de la zona, como enajenado.
En esos momentos pasaba por allí el prestigiado periodista de la TV
Jacobo Zabludovsky quien transmitía por radio los pormenores de lo que había
sucedido en esa zona del Distrito Federal ya que la señal de Televisa se había dañado.
En su crónica de los trágicos sucesos, Zabludovsky hizo mención a que
había gente que no se daba cuenta de la tragedia que estaba a su alrededor y
mencionó que ese era el caso de Ernesto quien seguía corriendo. “No nos
explicamos cómo es posible que haya gente que no dimensiona lo ocurrido esta
mañana y anda aquí corriendo como si nada hubiera sucedido”, diría, palabras
más palabras menos, el conductor del noticiero de más larga duración en la TV
privada de México, 24 Horas.
Como es sabido a raíz del terremoto de 8.1 grados en la Escala de
Richter, se cortaron las comunicaciones telefónicas y no hubo manera de que
Ernesto se comunicara a La Paz con sus familiares para decirles que, por
fortuna y casi más bien por un golpe de suerte, él había resultado ileso.
Pasaron los días y entonces se pensó en que Ernesto Verdugo, al igual
que otros sudcalifornianos que allá se encontraban ese día, como Gabriel Ojeda Agúndez
y Humberto Arce Sánchez, había perdido la vida y lo velaron en ausencia.
El profesor Carlos Vidal Yee Romo también se había salvado porque logró
bajar por las escaleras del segundo o tercer piso del hotel Regis a la calle y en cuanto estuvo del
otro lado de la acera, el edificio se derrumbó estrepitosamente.
En cuanto al huracán Odile al
que ya algunos lo llaman Odi…ado, he platicado con personas que tienen muchos
años de vivir en La Paz y no recuerdan un ciclón tan aterrador como este con
todo y que Liza provocó cientos -según
las cifras oficiales que van de 454 a 630- de decesos, pero que debieron ser
miles pues 8 colonias quedaron totalmente destruidas.
A mí en lo personal me tocó vivir el paso del huracán John en el 2012 que pasó por esta ciudad
capital con categoría I en la escala Saffir Simpson, pero nada que ver con Odile que entró casi con categoría 4 y
pasó por aquí entre 3 y 2.
Lo de Liza no lo experimenté
porque ese día me fui a Ciudad Constitución a entrevistar para El Tiempo de La Paz, al entonces alcalde
de Comondú, Daniel Moska Masaki y me tuve que quedar allá porque cuando llegué
al ayuntamiento, se encontraba en una sesión de Cabildo y me pidió que
platicáramos al día siguiente.
“Esto está de la chin…” me dijo Ramón Ortega (qepd), cuando le hablé esa
noche del 30 de septiembre de 1976 para decirle que regresaría a La Paz hasta
el día siguiente. Lo que encontré a mi regreso, desde luego, fue un panorama
aterrador de desolación y muerte.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario