¿Alguna vez ha
dispuesto o dispuso usted de algún o algunos cuantos billetes resguardados en
la billetera o la bolsa de mano de sus progenitores, o de algún hermano o
hermana mayores que usted?
Literalmente podría
calificarse esa acción como un robo, pero perteneciendo el dinero al clan
familiar, no pasaría de algo indebido, pero nada más.
A mi no se me olvida
la vez aquella que sustraje, sin mirarlo, un billete de la caja de madera donde
mi padre conservaba los de baja denominación y las monedas de curso legal en
aquella época y que en lugar de tener la denominación valorativa de un peso,
era de ¡50 pesos!, de esos que en aquella época eran conocidos como “ojo de
gringa”, porque eran de color azul.
Para mi infortunio, el
billete se me escapó accidentalmente de uno de los bolsillos delanteros de mi
pantalón y de ello se dio cuenta un amigo al que acompañaba esa tarde a su
oficina de encargado de la pequeña aerolínea que daba servicio de vuelos a la
capital del estado y otras poblaciones de mi natal Durango.
Los cinturonazos que
me propinó don Leoncio, jamás los he olvidado y de vez en cuando, al salir a
flote el tema, lo recuerdo con emoción, y con un poco de dolor, desde luego.
Comento lo anterior
porque, a diferencia de aquellos tiempos e incluso más cercanos todavía, está
llegando el momento en que prácticamente los billetes y monedas pasarán a la
historia.
Es decir eso que
llaman el efectivo, tiene sus días contados.
Hay países en los que
ya prácticamente no se utilizan y que son los que tienen las tecnologías nuevas
más avanzadas, como Japón, por ejemplo.
En el vecino país del
norte también es raro ver ya billetes utilizados para la compra de insumos o
servicios.
Mi cuñado Miguel, que
vive en Tijuana desde hace muchos años, me platicaba que cuando visitaba a un
amigo de nacionalidad judía allá por los rumbos de Isla Coronado, en el Condado
de San Diego, donde tiene sus residencias de cientos de miles de dólares la
profesora Gordillo y también tienen las suyas uno que otro servidor público
mexicano, le cobraba un dólar por dejar que el israelita metiera la mano en una
de las bolsas del pantalón donde guardaba un buen fajo de dólares de diferente
valor y que el judío aquel sentía una especie de éxtasis al tocarlos porque ya
no los veía, sólo tarjetas de crédito o cheques nominativos.
Ahora, están de moda
las billeteras virtuales y, aun con los problemas que ha registrado
últimamente, las transacciones de compra-venta futuras podrían hacerse mediante
las bitcoins u alguna otra forma de pago similar.
Eso si, no será fácil
que los billetes y monedas dejen de existir de golpe y porrazo.
Mucho de ese tipo de
dinero se utiliza para la compra-venta de drogas y, aun cuando la tecnología ya
permite utilizar máquinas móviles para el cobro vía Internet, la cosa se ve
complicada.
Por cierto se me
ocurre que esa podría ser, tal vez, una manera de asfixiar las operaciones del
narcotráfico en su modalidad de narcomenudeo.
Aunque ya ve usted,
que los habitantes de este país, en eso de inventar maneras de burlar la ley y
de salvar obstáculos para alcanzar objetivos, nos pintamos solos.
Finalmente, le diré
que en eso del dinero en efectivo y debido a la crisis, desde hace poco más de
un año pedí que me elaboraran una billetera muy especial: de cuero de cebolla.
Cada vez que la abro,
me dan ganas de llorar, pues como dicen los magos, nada por aquí, nada por allá.
La lectura es vida, lo
demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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