José Alfredo Jiménez, ese gran cantautor
que ha hecho vibrar los corazones y ha despertado los sentimientos de millones
de habitantes de este país y de otros más, a lo largo de los años, dice en una
de sus canciones, de hecho la que es un himno para su estado natal, que “no
vale nada la vida, la vida no vale nada”.
Desde luego, el gran José Alfredo no
pretendió hacer una apología a valor cero que algunas personas le dan a la
vida.
El le compuso un corrido al estado donde
nació y por ello la canción referida lleva como título, “Caminos de
Guanajuato”.
Otros dicen, sin embargo, que la vida no
tiene precio.
Que una vida es muy valiosa.
Alguien más, dirá que en eso de la vida,
no importa si se trata de un ser humano o de un animal, sino de seres vivos.
Entonces, en el caso de los humanos ¿vale
la pena ponerla en riesgo a cambio de bienes materiales?
Si uno revisa las crónicas cotidianas de
las páginas policiacas de los diarios impresos, se dará cuenta de que en alguna
de ellas se hablará de que alguien perdió la vida al defenderse de un asalto en
equis ciudad o pueblo del territorio nacional.
Como le pasó a un pasajero de un autobús
en una ruta que se ha bautizado como “la ruta de la muerte” y que es la
México-Texcoco: se resistió al asalto y no quiso entregar los únicos 230 pesos
que llevaba en sus bolsillos lo que le costó la vida.
Una cantidad ínfima para comprar un
pasaporte al cielo o al infierno, según se haya comportado ese pobre hombre
durante su estancia en la tierra.
Desde luego, el hoy occiso al parecer
era un pobre trabajador que apenas si obtenía algunos ingresos para el sostén
de su familia y tal vez esa pequeña cantidad, para él, representaba una inmensa
fortuna.
Pero lo mejor hubiera sido, entregar el
dinero y punto.
Porque, incluso ni siquiera el hecho de
que al exgobernador de BCS, Alberto Andrés Alvarado Arámburo le haya costado la
vida el resistirse a entregarle su reloj a un asaltante callejero allá en el DF
aquel fatídico 14 de febrero de hace 1996, podría haber una justificación.
Por mucho dinero que costara el reloj en
cuestión, no creo que al conservarlo, pudiera justificarse la pérdida de la
vida.
Desde luego, el exmandatario nunca pensó
que el asaltante reaccionaría como lo hizo y eso le costó la vida al hombre del
póker de Aes.
Hay quienes mueren defendiendo lo que es
de otros.
¿Cuántos custodios de valores, policías
bancarios o comerciales han muerto desde que se instauró ese servicio en la
república mexicana?
No tengo idea, pero deben ser varios.
Es muy probable que haya casos de
personas que fueron asesinadas pensando que traían en sus manos grandes
cantidades de dinero y que en realidad no portaban un solo peso.
Pero en ese caso, más bien habría una
confusión y no se perdió la vida porque se trató de evitar que la víctima
mortal fuera despojada de dinero o algún otro bien material.
En fin, lo que intento con esto es
recomendarle que si alguna vez se llega a ver en la circunstancia de ser
víctima de un asalto sea callejero, a bordo de su auto o de una unidad del
transporte público, lo mejor es que entregue lo que le pidan y no ponga en
riesgo su vida.
Porque, a diferencia de José Alfredo yo
digo que la vida sí vale y mucho.
Y además no retoña.
La lectura es vida, lo demás…es lo de
menos…hzr@prodigy.net.mx
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