El pasado fin de semana pasado que empecé a empacar mis cosas personales porque nos mudamos temporalmente a otro edificio ya que en el que actualmente trabajamos va a ser remodelado por completo, miré el billete de 500 pesos que alguien llevó una ocasión para que se difundiera en las páginas de El Sudcaliforniano y así alertar a la población de que estaban circulando billetes falsos de esa denominación.
Recuerdo que la persona que lo llevó me dijo que su madre lo había recibido en su tienda y que como fue en la noche no lo detectó como falso y sólo se dio cuenta de ello hasta que fue a comprar mandado a la tienda de su preferencia.
Obviamente la señora no recordaba quién le había pagado con ese billete falso que minó sus finanzas personales.
Casos como ese se dan con mucha frecuencia.
El problema es que si usted lleva a cambiar un billete que es falso se puede meter en un lío tremendo con la justicia.
No son pocas las personas que han tenido que enfrentar pleitos legales por ello.
Y yo digo que es una injusticia.
Si alguien se dedica a falsificar billetes de cualesquier denominación y los cambia en el mercado de la compra-venta de mercancías, se le debe castigar con todo el rigor de la ley.
Pero cuando se es víctima de un engaño, un fraude de esa naturaleza, considero que debería haber tolerancia para quienes, sin saberlo, reciben e intentan circular un billete falsificado.
El sábado 23 de enero, la nota principal de un periódico de circulación nacional hablaba precisamente de billetes falsos en la red de cajeros.
El balazo de la nota decía que los bancos marcaban distancia de cualquier responsabilidad.
¿No le parece un absurdo?
Si ellos son los que, a través de las empresas que prestan el servicio de protección, colocan esos billetes para que los cuenta habientes bancarios dispongan de los mismos en la red de cajeros, pues que haya una responsabilidad.
Claro que ellos podrán argumentar que enviaron a los cajeros sólo billetes verdaderos y que bien pudieron haber sido cambiados a la hora de depositarlos en esas máquinas.
La bronca para quien extraiga un billete falso del cajero automático es que es casi imposible poder comprobarlo.
Y de eso se valen los banqueros para, como Poncio Pilatos, lavarse las manos.
Además, si la institución bancaria certifica que el billete es falso al cliente que lo sacó del cajero no se le hace una devolución, por lo que resulta afectado.
Las leyes actuales en relación a la falsificación de billetes ponen en un predicamento al ciudadano y eso ya debe cambiar.
Ojalá y que nuestros legisladores federales que tan bien cobran sus quincenas a nuestras costillas, intervengan en el asunto y modifiquen la ley.
La leyes mexicanas actuales prohíben falsificar o utilizar billetes clonados y quien o quienes lo hagan, cometen un delito que se castiga con cárcel.
Y los grandes falsificadores siguen haciendo de las suyas.
A esos son a los que se les debe aplicar todo el rigor de la ley.
No a los pobres ciudadanos que son víctimas de su maldad.
¿O no?
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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