jueves, 10 de mayo de 2012

Temas y...entallado

¿Alguna vez se ha preguntado por qué prácticamente no hay, tallas intermedias después del 33 en el caso de los pantalones para caballeros?



Sí, por ejemplo tallas 35, 37, 39, 41 (esta menos), 43, 45 etcétera.


La pregunta viene a colación porque a estas alturas de mi existencia, no he podido encontrar pantalones talla 35.


Estoy en un dilema: ya no soy talla 34 que lo fui durante muchos, muchos años ni soy talla 35. La 36 me queda grande.


No estoy rubicundo, gordito pues. De hecho nunca lo he estado. He sido más bien delgado, tirando a flaco.


Y he sido tan flaco que le diré que un día, me inscribí en un torneo de paracaidismo amateur aquí en La Paz.


El reto era lanzarse de un avión con paracaídas, desde unos 2 mil metros y caer en el interior del estadio de beisbol, Arturo C. Nahl.


Como la competencia de paracaidismo fue en uno de los días de febrero loco y marzo otro poco, en que hace un chin…de aire, pues resulta que en lugar de caer en el estadio fui a parar a uno de los campos tomateros de Todos Santos, como a 60 kilómetros de La Paz, hacia el Pacífico.


No me gané el premio del concurso pero sí que los jornaleros que trabajaban en la pizca del tomate me confundieran con Quetzalcóatl y empezaran a darme el status de divinidad y creían que por fin, había regresado. Fue difícil convencerlos de lo contrario. Y también para encontrar un raite de regreso a La Paz.


Y no crea que fue lo único que me sucedió en mis tiempos de flacura.


Un día en el DIF anunciaron que darían carne de chivo a quien acudiera a las oficinas de esa dependencia, pero resulta que el carnicero que sacrificaría a los animales no se presentó porque se había ido de pedo al Ranchito y a los organizadores no les quedó más remedio que entregar los chivos en vivo y a todo color.


A mi me tocó un puta chivo del tamaño de un berrendo o de un becerro y en lugar de que yo me lo llevara jalando para la casa, el pinche chivo me fue arrastrando fácilmente y se regresó al corral donde los tenían concentrados los trabajadores del DIF. Me tuve que ir con las manos vacías. Y con una peste a estiércol que para qué le cuento.


Bueno, estaba tan flaco que cuando pasaba el afilador de cuchillos y tijeras y sonaba su ocarina o flauta de pan, con eso de que también tengo lengua viperina, empezaba a levantarme como si fuera digno ejemplar de un encantador de serpientes de la India.


Otra ocasión en que fui a dar serenata, el trío contratado no llegó a tiempo a la cita y mientras los esperaba, un pinche perro me confundió con un poste de la luz y me orinó en los pantalones y zapatos. Está por demás decirle que mi Julieta nunca abrió la ventana.


Pero volviendo a lo del principio, en el caso de los lectores que son caballeros ¿no le ha ocurrido también a usted, batallar para encontrar la talla correcta?


Sería interesante preguntarle a los diseñadores de ropa, el por qué de la falta de esas tallas intermedias, en el mercado de los pantalones para varón.


Si acaso sabe de alguna tienda donde los vendan, hágamelo saber, se lo agradeceré por siempre.


La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx










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