martes, 8 de enero de 2013

Temas y...¿miedos?


Como los primeros días del año, tradicionalmente son de reflexión, al igual que los últimos días del año antecesor, esta ocasión abordo el tema del miedo, derivado de la lectura del libro De la autoestima al egoísmo, del terapeuta y psicólogo argentino Jorge Bucay, que tuve oportunidad de leer el pasado diciembre.
Dice el autor, que el único antídoto universal contra el miedo es la acción y, por lo tanto, cada vez que uno tenga un miedo, debe saber que se tiene que actuar: buscar la acción, es lo que puede sacar del miedo.
“Quiero decir que en algunos casos, transformar el miedo en acción es un proceso más complejo, pero siempre vale la pena. Digo siempre que el miedo es un dragón que tiene en la espalda un escudo blindado impenetrable. Al miedo se le vence de frente.
Pero no es cosa fácil y Bucay narra un cuento para ilustrarlo:
¡Dicen que había una vez una madre que tenía un único hijo. Ella era tan temerosa que vivía angustiada pensando que no podría seguir viviendo si a su hijito le pasara algo. Tan asustada estaba de sus fantasías que un día que el hijo fue hasta la puerta de la calle solo, la madre le dijo que volviera e entrar. Luego le pidió que se sentara en el sofá del salón principal de la casa y le dijo: -Mira, hijo, hay unos espíritus malignos que van vagando por la calle y se llevan a los niños que están con sin su madre. Así que nunca, nunca salgas a la calle sin mí. ¿Has entendido?
-Sí mami- contestó el niño asustado.
El plan resultó y el niño nunca más salió a la calle sin su madre.
Pero un día, cuando cumplió 13 años, la madre comenzó a pensar que se había equivocado. Algún día, ella no estaría y su hijo tenía que poder arreglarse solo en el mundo exterior. De modo que fue a ver al médico de la familia para preguntarle qué hacer. El médico dijo que sólo había una solución: decirle al joven la verdad. La madre le dijo que eso equivaldría a admitir ante el hijo que su propia madre le había mentido. El médico insistió en que era el único camino y la madre se marchó a su casa. Yendo hacia allí, tuvo otra idea. Al llegar, otra vez convocó a su hijo y se sentaron a hablar en el salón.
-¿Sabes, hijo? Tú ya eres mayor y es obvio que alguna vez te irás de esta casa en busca de tu camino. -No madre. Mi iré si vienes conmigo. Te recuerdo que afuera están los espíritus malignos que me llevarían si no estuviera contigo.
-De eso quería hablar. Los espíritus jamás te llevarán mientras tengas colgada al cuello esta medalla que ahora te regalo- dijo la madre quitándose la medalla que colgaba de su propio cuello y poniéndosela a su hijo. A partir de ahora, quiero que sepas que podrás salir sin mí porque mi protección te llegará a través de la medalla.
-Pero mami ¿y si los espíritus no ven que llevo la medalla?
-No te preocupes. Tu madre nunca te mentiría. Tienes que confiar en lo que te digo: mientras tengas la medalla, ningún espíritu se acercará a hacerte daño. ¿Entiendes? -Si mamá.
El joven creyó en su madre. Dicen que de todas maneras, cuando su madre ya no estuvo para acompañarlo, el muchacho nunca salió de su casa porque siempre tuvo miedo de ¡perder la medalla!...”
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx


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