martes, 25 de febrero de 2014

Temas y...el poder marea

Cuando tengas el poder, ejércelo pensando en el día que ya no lo tendrás.
Esta máxima política poco la ponen en práctica nuestros gobernantes y cuando lo hacen, muchos de ellos suelen incurrir en actos de despotismo.
El poder los marea.
El ex gobernador de BCS, Alberto Alvarado Arámburo recordaba con frecuencia aquella frase que dice que si el poder marea a los inteligentes, ¡qué no hará con los pen…itentes!
El poder los corrompe.
El poder absoluto, los corrompe absolutamente.
Los transforma.
Suelen volverse sordos e indiferentes.
El poder ciega a los seres humanos.
Remember a don Carlos Salinas, con aquello que dijo a los perredistas, de que ni los oigo ni los veo.
A lo largo de estos años de ejercer el periodismo político, he visto cómo muchos hombres se transforman cuando llegan al poder y se olvidan fácilmente que este es temporal.
Eso sucede no sólo con el Presidente de este país, sino con los gobernadores, senadores, diputados federales, diputados locales, los presidentes municipales y hasta uno que otro regidor o servidor público que desempeña algún cargo administrativo.
O con los líderes de organizaciones diversas, principalmente las sindicales.
Como se dice vulgarmente, se suben a un ladrillo.
Hay políticos que se vuelven soberbios, olvidando que la soberbia irrita a los dioses.
Pierden el equilibrio olvidando que este, es el sentido más indispensable para ellos.
Se buscan enemigos en su camino, sin pensar que serán el fardo que limite su ascenso y olvidando que los más enconados enemigos de hoy pueden ser mañana amigos o viceversa.
Muchos políticos que he visto encumbrarse de la noche a la mañana también los he visto precipitarse al vacío y algunos jamás han logrado rehacerse.
Por eso, lo mejor es que se actúe siempre con sentido común, buscando más que nada cumplir fielmente con la encomienda que se tiene en los cargos públicos, principalmente en aquellos en que se detenta un poder.
Los políticos son poderosos por trienios o sexenios.
Algunos logran extender su poderío más allá de esos espacios de tiempo, pero al final pierden ese poderío.
Los casos extremos de un Gonzalo N. Santos, un Leobardo Reynoso y tantos otros hombres poderosos que forman parte del folclore político de México, ya no se repiten.
Ahora, se tiene que servir realmente al pueblo.
Ejerciendo precisamente el poder pensando, como dice la frase que inicia este tema, en el día en que ya no lo tendrán.
Muchos que lo tuvieron, hoy los he visto pulular en busca de un empleo que los rescate de su miserable existencia.
Cuando fueron poderosos, también fueron soberbios.
Cuando tenían el poder, se elevaron a las alturas.
Olvidando que ese poder es efímero, temporal.
Hoy cuando ya no son nada, tendrán la oportunidad de reflexionar y llegar a la conclusión de que si no viven para servir, no sirven para vivir...
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx











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