martes, 17 de septiembre de 2013

Temas y...!Chao¡

No tuve el privilegio de conocerlo de muchos años.
Pero en los pocos meses que me distinguió con su amistad, pude comprobar la calidad humana y el orgullo de Mario Menghini Pecci por su apostolado: misionero comboniano.
Apenas hace unas semanas me había pedido que publicáramos en las páginas de El Sudcaliforniano, una breve reseña de su vida y la de otros combonianos que como él, han llevado el mensaje de fe, esperanza y caridad por el mundo y muy en específico, por Baja California Sur desde 1951 cuando arribó a estas tierras.
Nunca me lo dijo, pero creo que a le gustaba que le expresara algunas palabras en italiano, idioma natal de este misionero que, cosas de la vida, no alcanzó a cumplir los 90 años, pues Dios lo llamó a su reino, cuando faltaba un día para ese gran acontecimiento.
El padre Mario Menghini Pecci se relajaba y se sentía cómodo en esa silla de mi oficina en la que los que se sientan, aunque vayan de visita de doctor, suelen quedarse por más tiempo del que pensaban.
Escuchaba respetuoso, mis opiniones de lo que estaba sucediendo en el mundo en los momentos en que él me visitaba en mi oficina de la Jefatura de Información y luego me daba su profunda y enriquecedora opinión.
Los que ejercen el sacerdocio suelen ser personas muy estudiosas.
Conocen de todos los campos del saber humano.
Eso le permite a uno, mejorar sus conocimientos y aprender de quienes ya caminaron por los senderos que todavía nosotros no pisamos.
Cuando la sucesión de Benedicto XVI, el padre Mario dijo que él también creía que podría haber un Papa negro, es decir un cardenal del continente africano, pues en aquella región del mundo la Iglesia católica esta muy consolidada y ha crecido en el número de fieles. Faltó poco para que así fuera, pero finalmente quedó el cardenal argentino, Francisco Bergoglio, hoy Papa Francisco.
Al padre Mario le gustaba hablar de su tierra natal.
De repente, yo lo sacaba de onda, con algún chiste o un comentario jocoso, que procesaba muy bien por tantos años de conocer la idiosincracia de los mexicanos.
Le gustó aquella columna en la que narré que durante su visita al periódico para verme, el guardia que entonces se llamaba Manuel, me comentó que al preguntarle de parte de quién y en qué trabajaba, el padre le había dicho que para el señor de los cielos y que entonces, mi paisano Manuel, pensando en el extinto Amado Carrillo, alias El Señor de los Cielos, no le permitió la entrada, pues podría tratarse de un sicario que pretendía hacerme daño, pero no, el padre Mario se refería a que él era un siervo de Dios.
Un día, llegó a visitarme y lo noté cansado.
Me dijo que había sufrido una recaída, pero que ya se estaba recuperando. Yo sentí que la voz se le apagaba.
El viernes pasado me llegó un correo enviado por Genovevo Cota Haros, en el que se daba a conocer que el padre Mario Menghini Pecci había fallecido esa mañana, un día antes de cumplir los 90 años.
Hacía escasos dos meses, el 9 de junio, había perdido a mi señora madre y ahora a un buen amigo, al que sólo le diría lo que en su poema hecho canción dijo Alberto Cortez:
“…Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no lo puede apagar, la llegada de otro amigo…”.
Addio, amico padre, che Dio l'abbia santo regno. Arrivederci.
Descanse en paz, el padre Mario.

La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy net.mx

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